El mundo de la ilusión
Nazco cada segundo en realidades distintas
En otros mundos que se alejan y que apenas
Reconozco como parte de lo que soy
Nazco en la otredad de paraísos derruidos por la memoria
En pedazos de sombras ajenas que susurran mi nombre
Sin conocer mi rostro verdadero ni mi alma
No sé dónde estoy ni a dónde he de ir para representar
Lo que acaso responda tenuemente a la imagen del ser
Que me habita
En este juego de luces y de sombras
Donde la identidad es un espejo deforme
De realidades difusas
Hago gritar a mi voz los destellos de mi alma
Pero inútilmente
En este espacio ilusorio de símbolos melódicos
El canto es un eco -impreciso, perdido, ausente-
De lo efímero
Y mi Yo –baldía identificación- no representa al Ser que soy,
Ni estos versos hablan de un poeta
Ni esta duda saciará respuestas
Ni quedarán evangelios
Que reflejen alguna verdad
Sólo quedará –siempre- el espejo marcando la distancia
Entre tú, y yo, y los otros, y la incomprensión
Y acaso un silencio de cómplice amor
Comentarios
sólo soy como la herida
sin historia o con silencio elegido
me derrota la luz y me pierde lo oscuro
de mi mismo sin distancia suficiente
de tiempos rotos por copas sin reflejo
ideas diezmadas en sábanas blancas
nubes siempre ante el aroma de verdadero
comprobado por el conglomerado preciso
prefiero herirme y derrochar
bajo la lluvia de cuerpos
palabras de miedo e infancia
proxeneta de los sueños