Todo es un mismo ser
La senda del espíritu no conoce
de destinos marcados. En el continuo aparecer de los misterios el ser se encuentra consigo mismo, en un incesante reconocimiento de verdades. La vida
no ofrece significados fijos, ese es su bello brotar, pero sí certezas, sincronicidades,
aparentes ‘causalidades’ llenas de sentido que revelan que somos incluso mucho
más que causa-efecto, porque vemos que el ser no está regido por ninguna ley ni
por nada que lo pueda limitar. El ser es la libertad, una libertad de la que no
sabemos nada, que presentimos ilimitada, que se expresa cada día en la
presencia del instante, regalándonos esta existencia que se asiente tan nuestra pero
que es del momento, de la fuerza inexplicable y mágica de la vida que todo lo
sostiene.
Observamos esta senda por la que
caminamos inocentes, desde el corazón del ser que nos marca e impulsa el
camino, que nos lleva a nosotros mismos, que nos muestra que todo paso es el
descubrimiento totalmente nuevo de lo que siempre somos, de que todo camino
señala una distancia aparente entre lo mismo, un mismo ser, una misma verdad
expresándose en un sin fin de variedades y tonos, de colores y sabores, de
formas y espacios que parecen salidos de sueños, de luces interiores, de
espejos del alma. La vida es el espejo de ti mismo. El mundo es el reflejo del
ser. Tú eres el Todo emergiendo de tu corazón y volviendo a tu corazón. Todo es
un Mismo Ser.
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